Una de las tendencias más destacadas en el desarrollo urbanístico es la promoción de construcciones que minimicen su impacto en el ambiente. Este enfoque implica la adopción de prácticas y tecnologías sostenibles en la planificación de ciudades y la construcción de edificios e infraestructura, con el objetivo de conservar recursos naturales, reducir emisiones de gases de efecto invernadero y mejorar la calidad de vida de los habitantes urbanos. Esta tendencia refleja el compromiso creciente tanto a nivel gubernamental como organizacional con la sostenibilidad y la protección del entorno.
El objetivo 9 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, acordados en septiembre de 2015 por los líderes mundiales como parte de la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible, se propone “construir infraestructuras resilientes, promover la industrialización sostenible y fomentar la innovación”. Su primera meta consiste en: “Modernizar la infraestructura y reconvertir las industrias para que sean sostenibles, utilizando los recursos con mayor eficacia y promoviendo la adopción de tecnologías y procesos industriales limpios y ambientalmente racionales”.
Apostar a edificios energéticamente eficientes contribuye al cumplimiento de este objetivo, igual que al ODS 11, que busca “lograr que las ciudades sean más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles”.
¿Cuáles son las principales características de un edificio sostenible?
- Eficiencia energética: significa utilizar tecnologías y diseños que reduzcan al mínimo el consumo de energía, como sistemas de iluminación y climatización eficientes, para minimizar la huella de carbono del edificio.
- Uso de energías renovables: implica incorporar fuentes de energía limpias y renovables, como paneles solares o turbinas eólicas, para generar electricidad de manera sostenible y reducir la dependencia de combustibles fósiles.
- Materiales sostenibles: usar materiales de construcción que minimicen la degradación de recursos naturales y reduzcan el impacto ambiental.
- Diseño pasivo: se trata de diseñar estructuras y espacios cuyo acondicionamiento ambiental emplee procedimientos naturales. Esto es, aprovecha al máximo la luz natural, la ventilación cruzada y la orientación adecuada para reducir la necesidad de iluminación y calefacción artificial.
- Gestión del agua: incluye sistemas de recogida y reutilización de agua de lluvia, así como tecnologías de bajo consumo de agua en baños y cocinas, con el fin de conservar este recurso vital.
- Calidad del aire interior: se relaciona con la implementación de sistemas de ventilación de alta eficiencia y el uso de materiales de construcción no tóxicos para mejorar la calidad del aire dentro del edificio y promover la salud de los ocupantes.
Cuando un edificio reúne las cualidades requeridas para ser considerado sostenible, puede recibir la certificación LEED (por sus siglas en inglés, Leadership in Energy and Environmental Design).
Esta certificación fue elaborada por el Consejo de Construcción Sustentable de Estados Unidos en 1993 y atestigua que un edificio ha sido desarrollado conforme a criterios de eficiencia ecológica y que cumple con los estándares necesarios para ser considerado un edificio sostenible.
Reducir el impacto ambiental del cableado
Los cables son elementos omnipresentes y esenciales en todos los sectores industriales. Desempeñan un papel crucial en la transmisión de comunicaciones y energía, al conectar distintas áreas de las instalaciones y enlazando máquinas. Esta omnipresencia tiene un precio ambiental, ya que, con el tiempo, estos cables se convierten en residuos industriales.
Estos elementos suelen tener un núcleo conductor, encargado de transmitir electricidad e información, compuesto, con frecuencia, de materiales valiosos, como cobre, aluminio y otros metales, que, si son reciclados de manera adecuada, pueden disminuir la necesidad de explotar recursos naturales. Asimismo, el reciclaje de cables eléctricos contribuye a minimizar la huella de carbono, dado que la producción de nuevos cables a partir de materias primas vírgenes implica una alta demanda energética.
Las soluciones Green de Furukawa, una empresa japonesa con 139 años de experiencia en el rubro tecnológico, son un excelente ejemplo de cómo se puede abordar estos desafíos ambientales. Estas soluciones se centran en la protección de la vida y la reducción del impacto ambiental.
Se trata de cables y patch cords cat 6 y Cat 6A fabricados con polietileno verde y soluciones Laserway (GPON) para redes ópticas. Ambas soluciones favorecen a reducir el consumo en plástico, energía y espacio. Los beneficios son concretos: ahorro de energía de hasta el 70%, reducción del consumo de plástico del 87% y capacidad de ser completamente reciclables.
Otra de las ventajas de las soluciones Green incluye el uso de materiales LSZH-3 (Low Smoke Zero Halogen), especialmente desarrollados para minimizar los riesgos en caso de incendio, lo que significa menos humo y cero emisiones de gases tóxicos. Esto no solo reduce los daños a la salud en caso de un evento de este tipo, sino que también contribuye al potencial de puntuación LEED en categorías como energía y atmósfera e innovación.
Desde 2007, Furukawa ha abrazado la filosofía Mottainai, que resalta su compromiso con el ambiente. Mottainai incorpora conceptos como reducir, reutilizar, reciclar, reparar y repensar. En este contexto, Furukawa trabaja en el desarrollo de nuevas soluciones que aborden las demandas ambientales actuales y futuras, así como asume la responsabilidad de gestionar de manera adecuada los cables que han cumplido su ciclo de vida. Con su programa Green IT, la empresa busca facilitar el proceso de descarte y reemplazo de cables de cobre de generaciones anteriores por productos más sostenibles.